Reflexión

"Hay que aprender a analizar el contexto, entender la lógica de los procesos y permitirse el pensamiento abstracto para buscar oportunidades de mejora."

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Nuestro compromiso es mejorar los sistemas y resultados de las organizaciones apoyando a su desarrollo y crecimiento.

jueves, 11 de diciembre de 2025

Metrología Legal en Ecuador: cuando medir bien se convierte en política pública

 

La metrología legal suele considerarse un tema puramente técnico. Sin embargo, medir bien es una decisión política y un acto de justicia económica. En un país donde los precios, las transacciones, las sanciones, la seguridad vial y hasta la calidad de los alimentos dependen de instrumentos de medición, la falta de control metrológico afecta directamente la confianza ciudadana y la competitividad.

Un país que no controla cómo mide, no controla cómo decide

Ecuador mantiene una brecha estructural: no cuenta con un sistema integral de metrología legal, pese a que esta es la base de un comercio justo y una adecuada protección al consumidor.

Actualmente, el único reglamento técnico de metrología legal vigente y en revisión dentro del esquema de mejora regulatoria es el RTE 284 de Contenido Neto. Aunque su actualización es positiva, no todas las partes interesadas han participado, lo que limita la calidad del proceso. Aun así, representa un inicio necesario.

El INEN solicitó que el tema de metrología legal se incluya formalmente en la agenda del Comité Interministerial de la Calidad (CIMC), como una política prioritaria. Sin embargo, hasta la fecha ese tratamiento no se ha dado, dejando pendiente una decisión estatal que es fundamental para avanzar.



Tres sectores donde la metrología legal requiere acción inmediata

1. Balanzas comerciales e industriales (mercados, agroindustria, granos)

En Ecuador, miles de transacciones diarias se realizan con balanzas sin verificación, sin trazabilidad y, en muchos casos, manipuladas o obsoletas. Los más afectados: productores, agricultores, comerciantes minoristas y consumidores.

Soluciones necesarias:

·       Programa nacional obligatorio de verificación de balanzas.

·       Supervisión directa del INM.

·       Renovación progresiva de equipos en mercados y centros de acopio.

2. Medidores de humedad en granos

La humedad define el precio y la calidad. Sin regulación:

·       Las empresas usan equipos sin trazabilidad común.

·       Las diferencias entre medidores pueden alterar significativamente los pagos.

·       Se generan conflictos y pérdidas económicas evitables.

Política pública indispensable:

Un Reglamento Técnico de Metrología Legal para Medidores de Humedad, con patrones nacionales y verificaciones obligatorias.

3. Radares de velocidad

La seguridad vial depende de mediciones confiables. Un radar mal calibrado o ajustado sin control estatal destruye la legitimidad del sistema.

Acciones urgentes:

·       Verificación obligatoria por parte del INM conforme a recomendaciones OIML.

·       Prohibición de ajustes no supervisados.

·       Publicación de la trazabilidad para asegurar transparencia.

Cuando un instrumento sanciona sin certeza, la justicia técnica se convierte en injusticia ciudadana.

La ética de la medición: el componente invisible

Medir no es solo un acto técnico: es un acto ético. Emitir verificaciones sin trazabilidad, confundir calibración con ajuste o certificar equipos sin competencia adecuada crea verdades aparentes que distorsionan mercados y erosionan la confianza pública.

Un país que no protege la integridad de sus mediciones abre la puerta al abuso, la inequidad y la desconfianza sistémica.

Apoyo internacional: útil, valioso, pero no suficiente

Ecuador ha recibido cooperación importante:

·       Capacitación, apoyo técnico y acompañamiento de PTB (Alemania).

·       Donaciones y fortalecimiento de laboratorios a través de KOICA/Corea, incluyendo equipos para balanzas camioneras, medidores de humedad y análisis de metales pesados, además de un patrón de presión barométrica cuya entrega quedó en suspenso por falta de adecuación del laboratorio nacional.

Estos esfuerzos son relevantes, pero comparten una limitación estructural. El Ecuador deberá financiar el mantenimiento, operación y sostenibilidad de todos estos equipos y capacidades.

La cooperación impulsa, pero solo la voluntad política consolida un sistema.

El rol del INM: fortalecer la capacidad técnica del Estado

El Instituto Nacional de Metrología (INM), actualmente dentro del INEN, debe ser el eje normativo, operativo y técnico del sistema de metrología legal. Para lograrlo se requiere:

·       Financiamiento estable y suficiente.

·       Autonomía técnica e independencia operativa.

·       Laboratorios adecuados y personal competente.

·       Capacidad territorial para verificaciones periódicas.

Un INM debilitado significa un país que mide mal. Y un país que mide mal no puede competir ni proteger a sus ciudadanos.

Hacia un verdadero Sistema Nacional de Metrología Legal

Ecuador necesita tomar una decisión de Estado y construir un sistema moderno y confiable. Esto incluye:

1.     Una normativa base que otorgue al INM la competencia explícita sobre metrología legal.

2.     Una familia de reglamentos técnicos, más allá del único RTE 284.

3.     Verificación periódica obligatoria supervisada por el Estado.

4.     Trazabilidad digital accesible para productores, consumidores y ciudadanos.

5.     Participación efectiva de todas las partes interesadas.

6.     Un programa nacional de vigilancia con enfoque ético.

7.     Voluntad política, sin la cual los avances técnicos no se consolidarán.

Conclusión: medir bien es gobernar bien

Ecuador cuenta con cooperación internacional, capacidades técnicas y una necesidad evidente.
Lo que falta es una decisión firme del Estado para priorizar la metrología legal como política pública estratégica.

Medir bien no es un detalle técnico: es la base de la justicia económica, de la confianza pública y de la competitividad del país.
Un Estado que no controla sus mediciones, no controla su desarrollo.

Medir bien es gobernar bien. Y es hora de asumirlo con la responsabilidad que el país merece.

César Díaz

 

jueves, 4 de diciembre de 2025

Las normas: el héroe silencioso para transformar compromisos climáticos en acciones reales

 

La reciente COP30 celebrada en Belém, Brasil, fue planteada como la “COP de la implementación”: el momento de pasar de las promesas al cumplimiento real. Pero más allá de leyes, promesas políticas o acuerdos diplomáticos, existe un elemento esencial y muchas veces invisible, que puede marcar la diferencia entre un buen discurso y resultados tangibles: las normas internacionales.




¿Por qué las normas importan tanto?

·       Las normas ofrecen herramientas homogéneas y confiables para medir y reportar emisiones de gases de efecto invernadero. Gracias a la colaboración entre International Organization for Standardization (ISO) y Greenhouse Gas Protocol (GHGP), se consolida un estándar global, reduciendo la fragmentación entre diferentes metodologías y facilitando la comparación, transparencia y rendición de cuentas de empresas y gobiernos.

·       Esa uniformización es clave para generar datos confiables: medir con rigor las emisiones no solo permite diseñar políticas eficaces, sino también calcular progresos reales hacia el objetivo climático.

·       Y tan importante como medir: las normas funcionan como puente para el financiamiento climático. Cuando los inversionistas, organismos multilaterales o fondos verdes comprueban con datos consistentes que una empresa o país cumple criterios claros, la posibilidad de destinar recursos para proyectos sustentables crece.

Lo que la COP30 ya puso sobre la mesa

Durante la COP30, el uso de normas internacionales recibió un impulso decisivo. En particular:

·       Se reconoció formalmente a las normas como herramientas clave para desbloquear la acción climática, incluyéndolas en planes estratégicos bajo la COP30 Action Agenda.

·       Se anunció el desarrollo de un estándar global unificado para contabilización de emisiones (combinando la seria ISO 1406X y los estándares del GHGP), con lo que se aspira a que gobiernos y empresas hablen un mismo “idioma climático”.

·       Sectores clave (financiero, energía, manufactura) ya contemplan incorporar estas normas en sus estrategias de transición, lo que podría acelerar inversiones verdes, promover confianza en nuevos proyectos y facilitar el monitoreo y cumplimiento real.

¿Qué significa esto para Ecuador, América Latina y el mundo?

Como consultor, analista o ciudadano comprometido con la sostenibilidad, este cambio de paradigma abre una ventana de oportunidad real:

  • Para gobiernos: incorporar normas internacionales de carbono puede fortalecer sus políticas ambientales, mejorar la transparencia y atraer inversiones verdes.
  • Para empresas: adoptar estos estándares representa no solo una ventaja competitiva, sino también una manera responsable de operar, alineada con las tendencias globales de sostenibilidad y regulaciones emergentes.
  • Para sociedad civil y academia: normas claras permiten una mejor fiscalización, comparabilidad y respaldo técnico-científico cuando se exige responsabilidad climática.

Una invitación a la acción — Ya no hay excusas

No basta con firmar acuerdos; es hora de implementar con rigor. Desde mi experiencia en calidad, gestión ambiental, normas y gobernanza, recomiendo lo siguiente:

1.      Que los decisores públicos en Ecuador (y en toda América Latina) evalúen incorporar formalmente normas como las de ISO/GHGP en sus marcos regulatorios y de reporte climático.

2.      Que las empresas adopten desde ya estas normas para medir, reportar y reducir sus emisiones, mostrando compromiso real y transparente con el desarrollo sostenible.

3.      Que la academia, la sociedad civil y los órganos de control exijan datos validados, auditorías reales y comparabilidad internacional — condiciones indispensables para garantizar que las promesas no queden en el papel.

Porque hoy más que nunca, el verdadero héroe silencioso de la acción climática global son las normas. Y depende de nosotros, como profesionales, instituciones y sociedad, darles su lugar.

César Díaz

Enlace al artículo original: Why standards are the quiet hero of implementation at COP30 — World Economic Forum (noviembre 2025) https://www.weforum.org/stories/2025/11/why-standards-are-the-quiet-hero-of-implementation-at-cop30/

lunes, 1 de diciembre de 2025

ISO/DIS 9001:2025. La evolución hacia una cultura de calidad y liderazgo responsable


Durante más de treinta años, ISO 9001 ha sido la referencia mundial para los Sistemas de Gestión de la Calidad. Su evolución refleja cómo ha cambiado la forma de entender la calidad: desde un enfoque documental y procedimental, hacia una visión estratégica, humana y basada en la mejora continua.

Hoy nos encontramos en un nuevo punto de inflexión. Con la publicación del ISO/DIS 9001:2025, el movimiento de la calidad entra en una fase donde la cultura organizacional, la ética y el compromiso gerencial dejan de ser intangibles para convertirse en requisitos formales.

Este artículo resume los elementos esenciales del DIS, su contexto histórico y las recomendaciones para que empresas, certificadoras, auditores y consultores se preparen desde ahora.

1. Una evolución constante: de ISO 9001:1994 a la versión actual

La trayectoria de la norma ayuda a comprender por qué el borrador actual es coherente con más de dos décadas de madurez global en sistemas de gestión:

  • ISO 9001:1994
    Enfoque documental, contractual y fuertemente procedimental.
  • ISO 9001:2000
    Punto de quiebre: se integra el enfoque por procesos, se unifican normas previas y se fortalece el rol de la dirección. La calidad comienza a vincularse con estrategia y desempeño.
  • ISO 9001:2008
    Ajustes menores.
  • ISO 9001:2015
    Se introduce la estructura de alto nivel, la gestión del riesgo, la mirada estratégica del contexto y el énfasis en el liderazgo.

Las enmiendas de cambio climático (2024)

En 2024, ISO incorporó enmiendas obligatorias sobre cambio climático a varias normas de sistemas de gestión, incluida ISO 9001.
Estas enmiendas reforzaron dos obligaciones:

  • evaluar si el cambio climático afecta la capacidad del sistema de gestión,
  • considerar expectativas de partes interesadas relacionadas con este tema.

Este ajuste fue un anticipo del enfoque más amplio que ahora recoge el DIS.

2. Qué trae el ISO/DIS 9001:2025

La fase DIS no implica cambios radicales, pero sí una evolución profunda en la manera de entender la calidad. Entre los elementos más destacados:

2.1. Cultura organizacional y ética

Por primera vez, el borrador incorpora de manera explícita la necesidad de construir una cultura de calidad basada en valores, comportamiento ético y coherencia de la dirección.

Es un reconocimiento claro de que los resultados sostenibles no dependen solo de procesos bien escritos… sino de personas alineadas con principios y prácticas consistentes.

2.2. Liderazgo con responsabilidad real

El rol de la Alta Dirección se refuerza. El liderazgo debe:

  • integrar el sistema de gestión en la estrategia,
  • actuar con coherencia,
  • fomentar comportamientos éticos,
  • promover un entorno que favorezca la calidad y el bienestar del personal.

2.3. Planificación estratégica consolidada

El borrador reorganiza y simplifica la gestión de riesgos y oportunidades.
Se espera que las organizaciones gestionen el contexto de forma más amplia e incluyan tendencias globales como digitalización, sostenibilidad y cambio climático.

2.4. Digitalización y nuevos entornos de trabajo

El DIS reconoce que los procesos ya no son únicamente físicos. La norma incorpora conceptos vinculados a:

  • sistemas digitales,
  • infraestructura tecnológica,
  • trabajo remoto,
  • gestión de datos e información.

2.5. Bienestar organizacional

Se amplía el concepto de “ambiente para la operación de procesos” para incluir factores físicos, psicológicos y sociales. La calidad es inseparable del bienestar.

3. Calendario estimado y período de coexistencia

Si el proceso avanza sin contratiempos, la versión aprobada podría publicarse entre el segundo semestre de 2026 y el primer trimestre de 2027.

Después vendrá un periodo de coexistencia, muy probablemente entre 24 y 36 meses, donde convivirán:

  • ISO 9001:2015 + Enmienda Climática 2024, y
  • la nueva versión final.

Durante ese tiempo, todas las partes interesadas deberán prepararse:

  • empresas certificadas o en proceso de certificación,
  • organismos de certificación,
  • auditores internos y externos,
  • consultores,
  • capacitadores,
  • organismos de acreditación.

4. Qué deben hacer desde ahora

Aunque el DIS no obliga a cambios inmediatos, sí exige una visión anticipada.
Estas son las acciones recomendadas:

4.1. Empresas

  • Realizar un análisis de brechas contra el DIS.
  • Evaluar cultura organizacional, ética y coherencia en el liderazgo.
  • Revisar procesos de comunicación, bienestar y gestión del talento.
  • Fortalecer gestión de riesgos, contexto y digitalización.

4.2. Organismos de certificación

  • Actualizar criterios internos y materiales de auditoría.
  • Revisar competencias requeridas en auditores.
  • Preparar lineamientos para la transición y la coexistencia.

4.3. Auditores (internos y externos)

  • Desarrollar competencias para auditar cultura, liderazgo, bienestar y ética.
  • Prepararse para auditorías digitales e híbridas.
  • Fortalecer técnicas de evaluación en procesos altamente digitalizados.

4.4. Consultores

  • Incorporar el componente cultural en sus metodologías.
  • Acompañar a la Alta Dirección en el alineamiento estratégico.
  • Preparar programas de transición y sensibilización.
  • Ayudar a que las empresas aprovechen este cambio como una ventaja competitiva.

5. Una oportunidad para fortalecer la calidad en el largo plazo

El ISO/DIS 9001:2025 no es solo un borrador técnico. Es una invitación a construir organizaciones más éticas, resilientes y comprometidas.
La calidad deja de ser solo cumplimiento para transformarse en una cultura que genera confianza, sostenibilidad y reputación.

Estamos entrando en una etapa donde la calidad ya no se “gestiona”, sino que se vive. Y ese cambio empieza por la Alta Dirección.


martes, 18 de noviembre de 2025

Procesos y Proyectos: dos lenguajes que todo líder debe dominar

En la gestión moderna, pocas distinciones son tan determinantes como la diferencia entre procesos y proyectos. Aunque ambos conceptos aparecen de forma reiterada en metodologías, normas internacionales y literatura de gestión, en la práctica muchas organizaciones los confunden o los gestionan de manera aislada. Ese error genera ineficiencias, retrabajo y ausencia de dirección estratégica.

Qué es un proceso según ISO

Para comprender con claridad, conviene partir de definiciones normativas. Según ISO 9000, un proceso es: “Conjunto de actividades mutuamente relacionadas o que interactúan, que transforman entradas en salidas.”

Esta definición implica que un proceso es:

  • repetitivo,
  • continuo en el tiempo,
  • orientado a la estabilidad operacional,
  • parte de una cadena de valor que debe sostenerse mientras la organización exista.

Un proceso no tiene fecha de terminación. Su propósito es aportar consistencia, eficiencia y control.

Qué es un proyecto según PMI

El Project Management Institute (PMI) define un proyecto como: “Un esfuerzo temporal emprendido para crear un producto, servicio o resultado único.”. La temporalidad y la unicidad son esenciales.

Un proyecto:

  • tiene inicio y fin definidos,
  • introduce un cambio,
  • corrige, transforma o crea algo que no existía antes,
  • requiere gestión integrada de alcance, tiempo, costo y riesgo.

Mientras los procesos sostienen la operación, los proyectos impulsan la evolución. No compiten: se complementan.

Procesos y proyectos no compiten: se necesitan

Uno de los errores más frecuentes es operar procesos sin generar proyectos, o impulsar proyectos sin fortalecer procesos. La realidad es más simple y profunda:

Los procesos garantizan la operación.
Los proyectos garantizan el cambio y la mejora.

La calidad sostenible exige el dominio de ambos.

Mi experiencia liderando una organización técnica

Durante mi trabajo como líder de una organización responsable de normas, calidad e infraestructura técnica, pude comprobar que:

  • Los procesos revelan información. Cuando se monitorean adecuadamente, muestran fallas, cuellos de botella, desviaciones e ineficiencias.
  • Los proyectos dan respuesta. Cada hallazgo del proceso debe convertirse en un proyecto orientado a corregir, innovar o transformar.
  • La madurez institucional surge cuando ambos se integran. Un proceso sin proyecto se estanca. Un proyecto que no actualiza un proceso se pierde.

Ese aprendizaje fue central: la organización avanza con más velocidad, estabilidad y coherencia cuando entiende que cada proceso genera oportunidades para un proyecto y que cada proyecto culmina en un proceso mejorado.

La integración como ciclo de mejora continua

La lógica puede visualizarse como un ciclo:

  1. Los procesos identifican necesidades. A través de indicadores, auditorías, retroalimentación, medición de riesgos o análisis de brechas.
  2. Los proyectos materializan la mejora. Se diseñan con recursos, tiempos definidos y responsables claros.
  3. Los procesos se actualizan. Integran los resultados del proyecto, documentan cambios, ajustan controles y redefinen indicadores.
  4. El ciclo vuelve a iniciar. Así se sostiene la mejora continua como mecanismo práctico, no teórico.

El error de liderazgo más común


Muchos líderes se enfocan únicamente en la operación, preservando procesos pero sin generar transformación. Otros se centran solo en ideas nuevas, sin integrarlas en una estructura que permita sostenerlas.

Ambas visiones son incompletas. Un liderazgo eficaz debe sostener la operación y, simultáneamente, impulsar el cambio.

Un líder que no trabaja en ambos frentes —procesos y proyectos— no construye resultados sostenibles. Administrar solo procesos es mantener el pasado. Dirigir solo proyectos genera cambios que no perduran. La calidad real nace de la articulación entre ambos.

 Conclusión

Hacia el final de su carrera, W. Edwards Deming expresó una idea que resume este equilibrio entre estabilidad y cambio:

“Sin una estructura, no existe mejora; sin mejora, la estructura no tiene sentido.”

Su mensaje sigue vigente. La calidad no se logra únicamente controlando lo que existe, ni únicamente innovando. Se logra integrando la estabilidad de los procesos con la capacidad de transformación de los proyectos.

Procesos y proyectos no son mundos paralelos. Son los dos lenguajes que un líder debe dominar para construir capacidades duraderas, generar confianza y asegurar que la organización mantenga vivo su propósito esencial: mejorar continuamente.

 

viernes, 14 de noviembre de 2025

De STEM en 2012 a la era de la IA: de la ciencia a la política de calidad global

En febrero de 2012, publiqué en este mismo blog un artículo titulado

“Science, Technology, Engineering and Mathematics (STEM)” (https://calidadyactitud.blogspot.com/2012/02/ciencia-tecnologia-ingenieria-y.html), donde destacaba la importancia de fortalecer la educación en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas como pilar del desarrollo.

Entonces escribí que “el futuro pertenecerá a quienes logren integrar la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas en soluciones concretas para los problemas del mundo real.”

Trece años después, esa frase tiene más vigencia que nunca.

Hoy, la irrupción de la inteligencia artificial, la automatización, la gestión de datos y la necesidad de sostenibilidad han cambiado radicalmente la manera de entender el talento, la calidad y la innovación.

De la visión técnica al liderazgo normativo

Entre aquel artículo y hoy, tuve el privilegio de desempeñarme como Director del Instituto Ecuatoriano de Normalización (INEN. Esa experiencia me permitió ver de cerca cómo las normas internacionales se convierten en herramientas de política pública y cómo los Organismos Nacionales de Normalización (ONN) son actores clave para garantizar que cada país tenga voz en la construcción de un sistema mundial basado en calidad, transparencia y confianza.

La calidad, cuando se traduce en norma, se convierte en lenguaje común entre gobiernos, empresas y ciudadanos. Y ese lenguaje, que nace de la ciencia y la evidencia,  requiere profesionales formados en disciplinas STEM capaces de interpretar, aplicar y evolucionar los estándares internacionales.

En mi paso por la normalización, comprendí que las políticas de calidad solo son sostenibles cuando se fundamentan en conocimiento científico y cuando el ONN actúa como catalizador del diálogo entre academia, industria y Estado.

STEM y la inteligencia artificial: una nueva convergencia

En 2012 hablábamos de formar ingenieros, tecnólogos y científicos. Hoy, el desafío es formar profesionales STEM que comprendan la relación entre los datos, la ética y la inteligencia artificial. No basta con saber programar o modelar sistemas: hay que entender cómo las decisiones automatizadas afectan la confianza, la equidad y la sostenibilidad.

Las nuevas normas internacionales, como ISO/IEC 42001 (Sistemas de Gestión de Inteligencia Artificial) o ISO/IEC 23894 (Gestión de riesgos en IA), exigen equipos multidisciplinarios con conocimiento técnico, ético y normativo.

La infraestructura de la calidad (IC), que integra la metrología, la normalización, la acreditación y la evaluación de la conformidad, necesita ahora perfiles STEM que manejen no solo la tecnología, sino también la gobernanza digital y los impactos sociales de la IA.

Ciencia, normas y política pública

La evolución de las normas internacionales ha demostrado que la calidad no es solo un atributo técnico: es una herramienta de gobernanza. Los países con ONN fuertes y con políticas públicas basadas en normas generan más confianza, más inversión y mejor competitividad. Y detrás de cada norma bien diseñada hay profesionales que entienden tanto la ciencia como el contexto humano donde se aplica.

Por eso, hoy más que nunca, los perfiles STEM son esenciales en todos los ámbitos:

en la industria, para asegurar la trazabilidad y la innovación responsable;

en la academia, para generar conocimiento útil y transferible;

y en el sector público, para diseñar políticas basadas en evidencia y calidad.

Conclusión: ciencia, ética y calidad como pilares de futuro

El artículo de 2012 fue una invitación a pensar el futuro. Hoy, desde la experiencia en normalización y en liderazgo técnico, puedo afirmar que ese futuro ya llegó.

La calidad, la ciencia y la inteligencia artificial están entrelazadas, y su convergencia exige profesionales capaces de unir el pensamiento analítico con la responsabilidad ética.

En la era de la IA, los profesionales STEM son la nueva infraestructura invisible de la confianza global.  Y los Organismos Nacionales de Normalización tienen la misión de garantizar que ese conocimiento se traduzca en políticas públicas que mejoren la vida de las personas, eleven la competitividad y fortalezcan la cooperación internacional.

La ciencia genera conocimiento, las normas lo organizan y la ética lo dirige hacia el bien común. Esa es la nueva ecuación de la calidad en la era digital.



miércoles, 12 de noviembre de 2025

Calibrar, Ajustar o Verificar: la precisión no solo es técnica, también es ética

 En el lenguaje metrológico se habla con frecuencia de “calibrar”, “ajustar” o “verificar” como si fueran sinónimos. Sin embargo, confundirlos tiene consecuencias profundas: distorsiona resultados, genera falsas seguridades y, en los casos más graves, erosiona la confianza en todo el sistema de calidad y en las instituciones que lo sustentan.

Tres conceptos que parecen lo mismo, pero no lo son.

De acuerdo con el Vocabulario Internacional de Metrología (VIM, ISO/IEC Guide 99:2007):

  • Calibración: “Operación que, en condiciones especificadas, establece una relación entre los valores de una magnitud indicados por un instrumento de medición o un sistema de medición, y los valores correspondientes de una magnitud realizados por patrones.” La calibración no implica alterar el instrumento, sino determinar su comportamiento respecto a un patrón trazable.
  • Ajuste: “Operación de puesta a punto de un sistema de medición para que proporcione indicaciones prescritas correspondientes a valores dados de una magnitud que se mide.” Es decir, modifica físicamente o mediante software el instrumento para aproximar sus lecturas al valor verdadero.
  • Verificación: “Aportación de evidencia objetiva de que un elemento dado cumple los requisitos especificados.” En metrología, implica comparar un instrumento con un patrón o referencia para determinar si está dentro de tolerancias aceptables para su uso previsto.


Errores de buena fe… y errores a conveniencia

En la práctica cotidiana, muchos confunden calibrar con ajustar. A veces por desconocimiento , una “buena fe técnica” donde se cree que basta con que el instrumento marque igual que el patrón. Otras veces, de manera más deliberada, para crear una apariencia de control donde en realidad no lo hay.

Cuando un laboratorio “ajusta” una balanza y la entrega con un certificado de “calibración”, está construyendo una verdad subjetiva: el instrumento parece exacto, pero se ha perdido la evidencia objetiva de su desempeño original. Esa omisión daña la credibilidad no solo del laboratorio, sino del sistema metrológico que lo avala.

La frontera entre lo técnico y lo ético

La metrología no es solo una ciencia exacta; es también una práctica moral. Quien calibra, ajusta o verifica tiene la responsabilidad de decir la verdad con datos. Alterar la trazabilidad, omitir incertidumbres o mezclar ajustes con verificaciones debilita el principio esencial de confianza pública.

Los organismos de metrología de segundo nivel, aquellos que trabajan directamente con las empresas, deben reforzar sus procedimientos, asegurar la competencia técnica de su personal y mantener una clara separación conceptual entre calibrar, ajustar y verificar.

El organismo de acreditación, por su parte, debe evaluar estos aspectos con rigor. No basta con verificar documentos o certificados: la integridad técnica y ética del sistema es el verdadero indicador de conformidad.

El rol del Instituto Nacional de Metrología (INM)

La verificación metrológica de los equipos que prestan servicios de calibración debe ser realizada exclusivamente por el Instituto Nacional de Metrología (INM) o por la entidad designada oficialmente como responsable de la metrología del país. Solo así se garantiza la trazabilidad al Sistema Internacional de Unidades (SI) y la confianza internacional en las mediciones nacionales.

Invertir en el INM no es un gasto; es una decisión estratégica. Sin un INM fuerte, un país pierde su capacidad metrológica, su reconocimiento internacional y, con ello, la credibilidad de toda su infraestructura de calidad. La confianza se construye con inversión, trazabilidad y transparencia.

Cuando la precisión se vuelve política

Los radares de velocidad o las balanzas comerciales son ejemplos concretos de cómo los errores conceptuales y la falta de control técnico pueden tener consecuencias sociales. Un radar mal calibrado o ajustado indebidamente puede generar sanciones injustas; una balanza sin trazabilidad puede afectar miles de transacciones diarias. Cuando la metrología se manipula, la justicia técnica se convierte en injusticia civil.

Conclusión

La diferencia entre calibrar, ajustar y verificar no es semántica. Es la frontera entre la ciencia y la conveniencia. Defender esa frontera, con competencia técnica, ética profesional e inversión institucional,  es esencial para mantener viva la confianza en la infraestructura de la calidad.

Y esa confianza empieza siempre por la verdad metrológica.










lunes, 10 de noviembre de 2025

Incertidumbre, precisión y confianza: cuando medir es un acto ético

En la metrología, la ciencia de las mediciones, pocas palabras generan tanta confusión como precisión.

Según el Vocabulario Internacional de Metrología (VIM), precisión es “la proximidad entre las indicaciones o los valores medidos obtenidos mediante mediciones repetidas del mismo objeto bajo condiciones específicas”.

En otras palabras, un instrumento puede ser muy preciso, es decir repetir resultados muy similares y aún así estar lejos del valor verdadero.

La veracidad y la precisión son conceptos distintos, pero complementarios.

Detrás de cada número hay una historia de incertidumbre, y reconocerla no es debilidad técnica, sino una forma de honestidad científica.

La norma ISO/IEC 17025 establece que ningún resultado de medición tiene sentido sin su incertidumbre asociada, mientras que el GUM (Guide to the Expression of Uncertainty in Measurement) enseña cómo estimarla y comunicarla adecuadamente.

La incertidumbre no elimina la confianza: la construye, cuando se comunica con transparencia.

El caso de los radares: verdad técnica y distorsión ética

Un ejemplo cotidiano ilustra este dilema. Los radares de velocidad utilizados en muchas ciudades para imponer multas miden con una incertidumbre expandida que puede variar entre ±1 y ±5 km/h.

Un vehículo que marca 90 km/h podría, en realidad, estar circulando entre 85 y 95 km/h.

En un país donde el límite máximo es de 90 km/h, eso significa que el conductor no necesariamente ha infringido la norma dentro de la precisión real del instrumento.

Sin embargo, en la práctica, muchos sistemas de control ignoran la incertidumbre y emiten sanciones automáticas, afectando la confianza pública.

Cuando las políticas públicas no consideran las limitaciones técnicas, el resultado es predecible: desconfianza, frustración y una percepción de arbitrariedad.


No es un problema técnico, sino ético.

El mal uso de la medición, sin valores ni principios, convierte la ciencia en un instrumento de poder y no de verdad.

La precisión cuesta, pero la confianza vale más

Invertir en equipos de medición más precisos puede parecer costoso, pero el precio de la desconfianza es mayor.

Los instrumentos deben ser elegidos con una resolución al menos diez veces menor que la tolerancia o límite que se pretende evaluar. Esto no es un detalle técnico: es la diferencia entre decidir con fundamento o con suposiciones.

Ejemplo práctico: la balanza y la regla del 10:1

En una planta de alimentos se empacan bolsas de azúcar de 1,000 gramos, con una tolerancia de ±5 gramos. Esto significa que cada bolsa es aceptable si pesa entre 995 g y 1,005 g. Para medir con confianza, la balanza debe tener una resolución al menos diez veces menor que la tolerancia total.

La tolerancia total es de 10 g, por lo que:

La balanza debe tener una resolución de 1 g o menor.

Una balanza con resolución de 0,1 g sería ideal, mientras que una de 2 g no serviría: no distinguiría pequeñas desviaciones dentro del rango permitido.

¿Por qué importa?

Si el instrumento no tiene resolución suficiente:

  • Se pueden aceptar productos fuera de especificación o rechazar los conformes.
  • Se pierde la trazabilidad metrológica.
  • Y lo más grave: se socava la credibilidad técnica y social de los resultados.

Este principio, conocido como la regla del 10:1, está documentado en las guías derivadas del GUM y se aplica en los sistemas de gestión basados en ISO/IEC 17025.



Entre la verdad técnica y la verdad social

·       La incertidumbre no invalida una medición: la contextualiza.

·       Cada resultado representa un rango probable, no una verdad absoluta.

·       El reto es explicar esto en un lenguaje que la sociedad comprenda.

·       Lo que no se entiende se aplica mal; y lo que se aplica mal, termina por destruir la confianza.

·       La calidad, es una forma de confianza, y esa confianza se construye cuando las mediciones son precisas, las autoridades son éticas y la comunicación es clara.

·       La metrología legal, la calidad y la ética son tres caras de una misma verdad: que medir no es solo un acto técnico, sino un acto moral.


César Díaz Guevara

Consultor en Calidad, Estrategia e Innovación

 

jueves, 6 de noviembre de 2025

Designing to Validate: Review, Verification, and Validation in the Age of Artificial Intelligence

In manufacturing, the processes of review, verification, and validation may appear straightforward. A shoe or a safety helmet, for instance, begins with reviewing the specifications: materials, dimensions, and applicable standards. Next, the product is verified through controlled testing to ensure compliance. Finally, it is validated when used under real conditions, proving that it fulfills its purpose: to protect, support, or provide comfort.

Yet it is precisely in that last step, in real-world validation, where the deepest lessons emerge. A shoe perfectly designed on paper can still prove uncomfortable, or wear out faster than expected. Validation reveals that the initial specifications failed to capture the human experience: movement, temperature, the shape of the foot, or even the cultural habits of use.

Turning ergonomics and comfort into measurable variables is one of design’s greatest challenges. Companies that succeed, balancing technical rigor with human insight, gain a strategic advantage: they can improve because they know how to measure without dehumanizing. You cannot improve what you cannot measure, but measuring without losing what makes us human is an art. The challenge lies in transforming ergonomics, comfort, or perception into verifiable elements without stripping design of its essence. Deviation is inherent to every process; perfection does not exist, and precisely because of that, we can pursue it.

International quality standards such as ISO 9000, ISO 9001, ISO/IEC 25010, and ISO/IEC 29119 define review, verification, and validation as essential components of design and development. But in the era of software and artificial intelligence, these concepts expand and grow more complex.



Verifying that an AI model “works” does not guarantee that it behaves ethically or culturally appropriately in the environment where it will be used. A game or a facial-recognition system can be technically flawless and still culturally inadequate if it was never validated against the diversity of its users.

Validation, in this context, becomes both an ethical and a cultural exercise, one that must ask what real impact the product will have and what values its design represents.

Designing with quality means more than meeting specifications; it means anticipating real use and its effects on people and society. As W. Edwards Deming reminded us, “the customer does not know what can be done.” That is why design must also be an act of education and empathy. Artificial intelligence and software development must acknowledge that culture and society shape what is created. There are no universal solutions: a product or algorithm designed for one culture can have a completely different meaning and impact in another. Applications must therefore be specific to their context, and validated in practice, not merely in simulation.

Intelligent validation means never losing sight of the final impact and the cultural context of everything we design. Validation does not close the design cycle; it restarts it. Each real-world validation is an opportunity to revisit specifications, unlearn assumptions, and redesign. Without unlearning there is no true learning; and without learning, validation becomes a mere conformity check.

To validate intelligently is to measure without losing sensitivity, to adjust without losing purpose, and to recognize that technical success only has meaning when it creates human value. Designing, verifying, and validating are three expressions of a single intention: to build trust. And within that perpetual, imperfect pursuit lies the true essence of quality.


César Díaz Guevara

Quality, Strategy and Innovation Consultant

Diseñar para validar: revisión, verificación y validación en la era de la inteligencia artificial

 

En la fabricación de un producto físico, como un zapato o un casco de seguridad, los procesos de revisión, verificación y validación parecen simples: 

  • Primero se revisan las especificaciones: materiales, medidas y normas aplicables.
  • Luego se verifica que los resultados cumplan con esas especificaciones a través de ensayos controlados. 
  • Finalmente, se valida cuando el producto se usa en condiciones reales y demuestra cumplir su propósito: proteger, sostener o brindar confort. 
Pero es justo en esa validación, en el uso real, donde surgen las verdaderas lecciones. A veces, un zapato perfectamente diseñado según el plano técnico resulta incómodo o se desgasta antes de lo previsto. 

La validación revela que las especificaciones iniciales no capturaron la experiencia humana: el movimiento, la temperatura, la forma del pie, la cultura del uso.

Transformar la ergonomía y el confort en variables medibles es uno de los grandes retos del diseño. Y las empresas que logran hacerlo de manera equilibrada, sin perder el sentido humano, obtienen una ventaja estratégica: pueden mejorar, porque saben medir sin deshumanizar. 

No se puede mejorar lo que no se puede medir, pero medir sin perder lo humano es un arte. El reto es transformar la ergonomía, el confort o la percepción en elementos verificables, sin despojar al diseño de su esencia. La desviación es inherente a todo proceso, y no existe la perfección; precisamente por eso podemos buscarla.

Las normas internacionales de calidad, como la ISO 9000, la ISO 9001, la ISO/IEC 25010 y la ISO/IEC 29119, definen la revisión, verificación y validación como procesos esenciales del diseño y desarrollo. 

Pero en la era del software y la inteligencia artificial, estos conceptos se amplían y se vuelven más complejos. 


Verificar que un modelo de IA “funcione” no garantiza que responda éticamente o culturalmente al entorno donde se aplicará. Un juego o un sistema de reconocimiento facial puede ser técnicamente correcto y, sin embargo, culturalmente inadecuado si no fue validado considerando la diversidad de sus usuarios. 


La validación, en ese contexto, se convierte en un ejercicio ético y cultural: debe preguntarse qué impacto real tendrá el producto y qué valores refleja su diseño.

Diseñar con calidad no es solo cumplir especificaciones, sino prever el uso real y anticipar los efectos en las personas y en la sociedad. Como señalaba Deming, el cliente no sabe lo que se puede hacer, y por eso el diseño debe ser también una forma de educación y de empatía. La inteligencia artificial y el software deben entender que la cultura y la sociedad perfilan lo que se elabora. No existen soluciones universales: un producto o un algoritmo diseñado para una cultura puede tener un impacto completamente diferente en otra. Por eso es necesario crear aplicaciones específicas para cada entorno y validarlas en la práctica, no solo en la simulación.

Validar de forma inteligente es nunca perder la perspectiva del impacto final y la cultura en todos los productos que se diseñen. La validación no cierra el ciclo del diseño: lo reinicia. Cada validación práctica es una oportunidad para revisar las especificaciones, desaprender lo asumido y rediseñar. Sin desaprender, no hay aprendizaje posible; y sin aprendizaje, la validación se convierte en un simple control de conformidad.

La validación inteligente implica medir sin perder sensibilidad, ajustar sin perder propósito y entender que los resultados técnicos solo adquieren sentido cuando generan valor humano. 

Diseñar, verificar y validar son tres actos de una misma intención: construir confianza. Y en esa búsqueda, siempre imperfecta, está la verdadera esencia de la calidad.


César Díaz Guevara

Consultor en Calidad, Estrategia e Innovación

lunes, 27 de octubre de 2025

ISO 37001:2025 – Cambios clave y transición hacia la nueva norma antisoborno

La ISO 37001:2025 ha sido publicada como la actualización de la norma internacional de sistemas de gestión antisoborno, consolidándose como una herramienta esencial para organizaciones que buscan garantizar integridad, transparencia y cumplimiento ético en sus operaciones. Esta nueva edición no solo actualiza conceptos, sino que amplía el enfoque hacia la sostenibilidad, la gobernanza y el alineamiento con los compromisos ESG.

Cambios clave en ISO 37001:2025

Entre los principales ajustes introducidos en esta versión se destacan:

  • Estructura de alto nivel (HLS): alineada con el marco común de las normas ISO de sistemas de gestión, lo que facilita la integración con ISO 9001, ISO 14001, ISO 37301 y otras.

  • Nuevas definiciones y aclaraciones: mayor precisión en el rol antisoborno, términos y alcance del sistema.

  • Gestión de riesgos con perspectiva ESG: se incluyen explícitamente factores relacionados con la sostenibilidad y el cambio climático, reforzando la visión de responsabilidad corporativa y alineando la norma con las exigencias regulatorias y sociales actuales.

  • Conflictos de interés: la norma actualizada aborda de manera directa este tema, exigiendo procedimientos claros para identificarlos, gestionarlos y evitar que comprometan la gobernanza ética.

  • Énfasis en liderazgo y compromiso: se refuerza el papel de la alta dirección y del órgano de gobierno en el diseño, implementación y seguimiento del sistema.

  • Controles financieros y no financieros: se amplía el detalle sobre la debida diligencia, las políticas antisoborno y los compromisos de terceros.

El período de transición

Con la publicación de la nueva edición, se abre un período de transición para las organizaciones que actualmente cuentan con sistemas de gestión certificados bajo ISO 37001:2016. Durante este tiempo, deberán:

  1. Analizar las brechas entre su sistema actual y los requisitos de la versión 2025.

  2. Actualizar políticas, procedimientos y evaluaciones de riesgo, incorporando los nuevos elementos de sostenibilidad y conflictos de interés.

  3. Capacitar a sus equipos en los cambios introducidos, asegurando la comprensión y aplicación práctica.

  4. Coordinar con sus organismos de certificación el cronograma de auditorías de transición, para evitar retrasos o riesgos de perder vigencia en la certificación.

Desde mi experiencia acompañando a organizaciones en la implementación de la norma, el verdadero reto no ha sido técnico, sino lograr el compromiso real de la alta dirección. Integrar la norma en los sistemas de gestión de la organización exige que se reconozca que muchas situaciones que parecen “prácticas habituales de negocio” en realidad constituyen ventajas indebidas y deben analizarse bajo un prisma ético.

Uno de los riesgos más sensibles en este ámbito es la gestión de los conflictos de interés en posiciones claves, que en muchas organizaciones no se abordan de forma abierta. La nueva ISO 37001 pone un énfasis claro en este punto y obliga a las empresas a establecer mecanismos más transparentes y verificables.

Mirando hacia adelante

En este escenario, resulta evidente que la ISO 37001:2025 no debería verse como un sistema aislado, sino como una norma que debe integrarse en los esquemas de gestión integrados de las organizaciones. Aquellas empresas que ya gestionan calidad (ISO 9001), compliance (ISO 37301), medio ambiente (ISO 14001) o energía (ISO 50001) tienen el desafío —y la oportunidad— de incluir la gestión antisoborno como un componente estratégico que refuerza su visión ESG.

Las organizaciones que asuman esta transición con visión proactiva estarán mejor posicionadas para demostrar integridad, prevenir riesgos legales y reputacionales, y generar confianza en mercados cada vez más exigentes.



César Díaz Guevara
Consultor en Calidad, Estrategia e Innovación