Reflexión

"Hay que aprender a analizar el contexto, entender la lógica de los procesos y permitirse el pensamiento abstracto para buscar oportunidades de mejora."

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Este blog es una contribución de Corporación 3D Calidad.

Nuestro compromiso es mejorar los sistemas y resultados de las organizaciones apoyando a su desarrollo y crecimiento.

martes, 18 de noviembre de 2025

Procesos y Proyectos: dos lenguajes que todo líder debe dominar

En la gestión moderna, pocas distinciones son tan determinantes como la diferencia entre procesos y proyectos. Aunque ambos conceptos aparecen de forma reiterada en metodologías, normas internacionales y literatura de gestión, en la práctica muchas organizaciones los confunden o los gestionan de manera aislada. Ese error genera ineficiencias, retrabajo y ausencia de dirección estratégica.

Qué es un proceso según ISO

Para comprender con claridad, conviene partir de definiciones normativas. Según ISO 9000, un proceso es: “Conjunto de actividades mutuamente relacionadas o que interactúan, que transforman entradas en salidas.”

Esta definición implica que un proceso es:

  • repetitivo,
  • continuo en el tiempo,
  • orientado a la estabilidad operacional,
  • parte de una cadena de valor que debe sostenerse mientras la organización exista.

Un proceso no tiene fecha de terminación. Su propósito es aportar consistencia, eficiencia y control.

Qué es un proyecto según PMI

El Project Management Institute (PMI) define un proyecto como: “Un esfuerzo temporal emprendido para crear un producto, servicio o resultado único.”. La temporalidad y la unicidad son esenciales.

Un proyecto:

  • tiene inicio y fin definidos,
  • introduce un cambio,
  • corrige, transforma o crea algo que no existía antes,
  • requiere gestión integrada de alcance, tiempo, costo y riesgo.

Mientras los procesos sostienen la operación, los proyectos impulsan la evolución. No compiten: se complementan.

Procesos y proyectos no compiten: se necesitan

Uno de los errores más frecuentes es operar procesos sin generar proyectos, o impulsar proyectos sin fortalecer procesos. La realidad es más simple y profunda:

Los procesos garantizan la operación.
Los proyectos garantizan el cambio y la mejora.

La calidad sostenible exige el dominio de ambos.

Mi experiencia liderando una organización técnica

Durante mi trabajo como líder de una organización responsable de normas, calidad e infraestructura técnica, pude comprobar que:

  • Los procesos revelan información. Cuando se monitorean adecuadamente, muestran fallas, cuellos de botella, desviaciones e ineficiencias.
  • Los proyectos dan respuesta. Cada hallazgo del proceso debe convertirse en un proyecto orientado a corregir, innovar o transformar.
  • La madurez institucional surge cuando ambos se integran. Un proceso sin proyecto se estanca. Un proyecto que no actualiza un proceso se pierde.

Ese aprendizaje fue central: la organización avanza con más velocidad, estabilidad y coherencia cuando entiende que cada proceso genera oportunidades para un proyecto y que cada proyecto culmina en un proceso mejorado.

La integración como ciclo de mejora continua

La lógica puede visualizarse como un ciclo:

  1. Los procesos identifican necesidades. A través de indicadores, auditorías, retroalimentación, medición de riesgos o análisis de brechas.
  2. Los proyectos materializan la mejora. Se diseñan con recursos, tiempos definidos y responsables claros.
  3. Los procesos se actualizan. Integran los resultados del proyecto, documentan cambios, ajustan controles y redefinen indicadores.
  4. El ciclo vuelve a iniciar. Así se sostiene la mejora continua como mecanismo práctico, no teórico.

El error de liderazgo más común


Muchos líderes se enfocan únicamente en la operación, preservando procesos pero sin generar transformación. Otros se centran solo en ideas nuevas, sin integrarlas en una estructura que permita sostenerlas.

Ambas visiones son incompletas. Un liderazgo eficaz debe sostener la operación y, simultáneamente, impulsar el cambio.

Un líder que no trabaja en ambos frentes —procesos y proyectos— no construye resultados sostenibles. Administrar solo procesos es mantener el pasado. Dirigir solo proyectos genera cambios que no perduran. La calidad real nace de la articulación entre ambos.

 Conclusión

Hacia el final de su carrera, W. Edwards Deming expresó una idea que resume este equilibrio entre estabilidad y cambio:

“Sin una estructura, no existe mejora; sin mejora, la estructura no tiene sentido.”

Su mensaje sigue vigente. La calidad no se logra únicamente controlando lo que existe, ni únicamente innovando. Se logra integrando la estabilidad de los procesos con la capacidad de transformación de los proyectos.

Procesos y proyectos no son mundos paralelos. Son los dos lenguajes que un líder debe dominar para construir capacidades duraderas, generar confianza y asegurar que la organización mantenga vivo su propósito esencial: mejorar continuamente.

 

viernes, 14 de noviembre de 2025

De STEM en 2012 a la era de la IA: de la ciencia a la política de calidad global

En febrero de 2012, publiqué en este mismo blog un artículo titulado

“Science, Technology, Engineering and Mathematics (STEM)” (https://calidadyactitud.blogspot.com/2012/02/ciencia-tecnologia-ingenieria-y.html), donde destacaba la importancia de fortalecer la educación en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas como pilar del desarrollo.

Entonces escribí que “el futuro pertenecerá a quienes logren integrar la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas en soluciones concretas para los problemas del mundo real.”

Trece años después, esa frase tiene más vigencia que nunca.

Hoy, la irrupción de la inteligencia artificial, la automatización, la gestión de datos y la necesidad de sostenibilidad han cambiado radicalmente la manera de entender el talento, la calidad y la innovación.

De la visión técnica al liderazgo normativo

Entre aquel artículo y hoy, tuve el privilegio de desempeñarme como Director del Instituto Ecuatoriano de Normalización (INEN. Esa experiencia me permitió ver de cerca cómo las normas internacionales se convierten en herramientas de política pública y cómo los Organismos Nacionales de Normalización (ONN) son actores clave para garantizar que cada país tenga voz en la construcción de un sistema mundial basado en calidad, transparencia y confianza.

La calidad, cuando se traduce en norma, se convierte en lenguaje común entre gobiernos, empresas y ciudadanos. Y ese lenguaje, que nace de la ciencia y la evidencia,  requiere profesionales formados en disciplinas STEM capaces de interpretar, aplicar y evolucionar los estándares internacionales.

En mi paso por la normalización, comprendí que las políticas de calidad solo son sostenibles cuando se fundamentan en conocimiento científico y cuando el ONN actúa como catalizador del diálogo entre academia, industria y Estado.

STEM y la inteligencia artificial: una nueva convergencia

En 2012 hablábamos de formar ingenieros, tecnólogos y científicos. Hoy, el desafío es formar profesionales STEM que comprendan la relación entre los datos, la ética y la inteligencia artificial. No basta con saber programar o modelar sistemas: hay que entender cómo las decisiones automatizadas afectan la confianza, la equidad y la sostenibilidad.

Las nuevas normas internacionales, como ISO/IEC 42001 (Sistemas de Gestión de Inteligencia Artificial) o ISO/IEC 23894 (Gestión de riesgos en IA), exigen equipos multidisciplinarios con conocimiento técnico, ético y normativo.

La infraestructura de la calidad (IC), que integra la metrología, la normalización, la acreditación y la evaluación de la conformidad, necesita ahora perfiles STEM que manejen no solo la tecnología, sino también la gobernanza digital y los impactos sociales de la IA.

Ciencia, normas y política pública

La evolución de las normas internacionales ha demostrado que la calidad no es solo un atributo técnico: es una herramienta de gobernanza. Los países con ONN fuertes y con políticas públicas basadas en normas generan más confianza, más inversión y mejor competitividad. Y detrás de cada norma bien diseñada hay profesionales que entienden tanto la ciencia como el contexto humano donde se aplica.

Por eso, hoy más que nunca, los perfiles STEM son esenciales en todos los ámbitos:

en la industria, para asegurar la trazabilidad y la innovación responsable;

en la academia, para generar conocimiento útil y transferible;

y en el sector público, para diseñar políticas basadas en evidencia y calidad.

Conclusión: ciencia, ética y calidad como pilares de futuro

El artículo de 2012 fue una invitación a pensar el futuro. Hoy, desde la experiencia en normalización y en liderazgo técnico, puedo afirmar que ese futuro ya llegó.

La calidad, la ciencia y la inteligencia artificial están entrelazadas, y su convergencia exige profesionales capaces de unir el pensamiento analítico con la responsabilidad ética.

En la era de la IA, los profesionales STEM son la nueva infraestructura invisible de la confianza global.  Y los Organismos Nacionales de Normalización tienen la misión de garantizar que ese conocimiento se traduzca en políticas públicas que mejoren la vida de las personas, eleven la competitividad y fortalezcan la cooperación internacional.

La ciencia genera conocimiento, las normas lo organizan y la ética lo dirige hacia el bien común. Esa es la nueva ecuación de la calidad en la era digital.



miércoles, 12 de noviembre de 2025

Calibrar, Ajustar o Verificar: la precisión no solo es técnica, también es ética

 En el lenguaje metrológico se habla con frecuencia de “calibrar”, “ajustar” o “verificar” como si fueran sinónimos. Sin embargo, confundirlos tiene consecuencias profundas: distorsiona resultados, genera falsas seguridades y, en los casos más graves, erosiona la confianza en todo el sistema de calidad y en las instituciones que lo sustentan.

Tres conceptos que parecen lo mismo, pero no lo son.

De acuerdo con el Vocabulario Internacional de Metrología (VIM, ISO/IEC Guide 99:2007):

  • Calibración: “Operación que, en condiciones especificadas, establece una relación entre los valores de una magnitud indicados por un instrumento de medición o un sistema de medición, y los valores correspondientes de una magnitud realizados por patrones.” La calibración no implica alterar el instrumento, sino determinar su comportamiento respecto a un patrón trazable.
  • Ajuste: “Operación de puesta a punto de un sistema de medición para que proporcione indicaciones prescritas correspondientes a valores dados de una magnitud que se mide.” Es decir, modifica físicamente o mediante software el instrumento para aproximar sus lecturas al valor verdadero.
  • Verificación: “Aportación de evidencia objetiva de que un elemento dado cumple los requisitos especificados.” En metrología, implica comparar un instrumento con un patrón o referencia para determinar si está dentro de tolerancias aceptables para su uso previsto.


Errores de buena fe… y errores a conveniencia

En la práctica cotidiana, muchos confunden calibrar con ajustar. A veces por desconocimiento , una “buena fe técnica” donde se cree que basta con que el instrumento marque igual que el patrón. Otras veces, de manera más deliberada, para crear una apariencia de control donde en realidad no lo hay.

Cuando un laboratorio “ajusta” una balanza y la entrega con un certificado de “calibración”, está construyendo una verdad subjetiva: el instrumento parece exacto, pero se ha perdido la evidencia objetiva de su desempeño original. Esa omisión daña la credibilidad no solo del laboratorio, sino del sistema metrológico que lo avala.

La frontera entre lo técnico y lo ético

La metrología no es solo una ciencia exacta; es también una práctica moral. Quien calibra, ajusta o verifica tiene la responsabilidad de decir la verdad con datos. Alterar la trazabilidad, omitir incertidumbres o mezclar ajustes con verificaciones debilita el principio esencial de confianza pública.

Los organismos de metrología de segundo nivel, aquellos que trabajan directamente con las empresas, deben reforzar sus procedimientos, asegurar la competencia técnica de su personal y mantener una clara separación conceptual entre calibrar, ajustar y verificar.

El organismo de acreditación, por su parte, debe evaluar estos aspectos con rigor. No basta con verificar documentos o certificados: la integridad técnica y ética del sistema es el verdadero indicador de conformidad.

El rol del Instituto Nacional de Metrología (INM)

La verificación metrológica de los equipos que prestan servicios de calibración debe ser realizada exclusivamente por el Instituto Nacional de Metrología (INM) o por la entidad designada oficialmente como responsable de la metrología del país. Solo así se garantiza la trazabilidad al Sistema Internacional de Unidades (SI) y la confianza internacional en las mediciones nacionales.

Invertir en el INM no es un gasto; es una decisión estratégica. Sin un INM fuerte, un país pierde su capacidad metrológica, su reconocimiento internacional y, con ello, la credibilidad de toda su infraestructura de calidad. La confianza se construye con inversión, trazabilidad y transparencia.

Cuando la precisión se vuelve política

Los radares de velocidad o las balanzas comerciales son ejemplos concretos de cómo los errores conceptuales y la falta de control técnico pueden tener consecuencias sociales. Un radar mal calibrado o ajustado indebidamente puede generar sanciones injustas; una balanza sin trazabilidad puede afectar miles de transacciones diarias. Cuando la metrología se manipula, la justicia técnica se convierte en injusticia civil.

Conclusión

La diferencia entre calibrar, ajustar y verificar no es semántica. Es la frontera entre la ciencia y la conveniencia. Defender esa frontera, con competencia técnica, ética profesional e inversión institucional,  es esencial para mantener viva la confianza en la infraestructura de la calidad.

Y esa confianza empieza siempre por la verdad metrológica.










lunes, 10 de noviembre de 2025

Incertidumbre, precisión y confianza: cuando medir es un acto ético

En la metrología, la ciencia de las mediciones, pocas palabras generan tanta confusión como precisión.

Según el Vocabulario Internacional de Metrología (VIM), precisión es “la proximidad entre las indicaciones o los valores medidos obtenidos mediante mediciones repetidas del mismo objeto bajo condiciones específicas”.

En otras palabras, un instrumento puede ser muy preciso, es decir repetir resultados muy similares y aún así estar lejos del valor verdadero.

La veracidad y la precisión son conceptos distintos, pero complementarios.

Detrás de cada número hay una historia de incertidumbre, y reconocerla no es debilidad técnica, sino una forma de honestidad científica.

La norma ISO/IEC 17025 establece que ningún resultado de medición tiene sentido sin su incertidumbre asociada, mientras que el GUM (Guide to the Expression of Uncertainty in Measurement) enseña cómo estimarla y comunicarla adecuadamente.

La incertidumbre no elimina la confianza: la construye, cuando se comunica con transparencia.

El caso de los radares: verdad técnica y distorsión ética

Un ejemplo cotidiano ilustra este dilema. Los radares de velocidad utilizados en muchas ciudades para imponer multas miden con una incertidumbre expandida que puede variar entre ±1 y ±5 km/h.

Un vehículo que marca 90 km/h podría, en realidad, estar circulando entre 85 y 95 km/h.

En un país donde el límite máximo es de 90 km/h, eso significa que el conductor no necesariamente ha infringido la norma dentro de la precisión real del instrumento.

Sin embargo, en la práctica, muchos sistemas de control ignoran la incertidumbre y emiten sanciones automáticas, afectando la confianza pública.

Cuando las políticas públicas no consideran las limitaciones técnicas, el resultado es predecible: desconfianza, frustración y una percepción de arbitrariedad.


No es un problema técnico, sino ético.

El mal uso de la medición, sin valores ni principios, convierte la ciencia en un instrumento de poder y no de verdad.

La precisión cuesta, pero la confianza vale más

Invertir en equipos de medición más precisos puede parecer costoso, pero el precio de la desconfianza es mayor.

Los instrumentos deben ser elegidos con una resolución al menos diez veces menor que la tolerancia o límite que se pretende evaluar. Esto no es un detalle técnico: es la diferencia entre decidir con fundamento o con suposiciones.

Ejemplo práctico: la balanza y la regla del 10:1

En una planta de alimentos se empacan bolsas de azúcar de 1,000 gramos, con una tolerancia de ±5 gramos. Esto significa que cada bolsa es aceptable si pesa entre 995 g y 1,005 g. Para medir con confianza, la balanza debe tener una resolución al menos diez veces menor que la tolerancia total.

La tolerancia total es de 10 g, por lo que:

La balanza debe tener una resolución de 1 g o menor.

Una balanza con resolución de 0,1 g sería ideal, mientras que una de 2 g no serviría: no distinguiría pequeñas desviaciones dentro del rango permitido.

¿Por qué importa?

Si el instrumento no tiene resolución suficiente:

  • Se pueden aceptar productos fuera de especificación o rechazar los conformes.
  • Se pierde la trazabilidad metrológica.
  • Y lo más grave: se socava la credibilidad técnica y social de los resultados.

Este principio, conocido como la regla del 10:1, está documentado en las guías derivadas del GUM y se aplica en los sistemas de gestión basados en ISO/IEC 17025.



Entre la verdad técnica y la verdad social

·       La incertidumbre no invalida una medición: la contextualiza.

·       Cada resultado representa un rango probable, no una verdad absoluta.

·       El reto es explicar esto en un lenguaje que la sociedad comprenda.

·       Lo que no se entiende se aplica mal; y lo que se aplica mal, termina por destruir la confianza.

·       La calidad, es una forma de confianza, y esa confianza se construye cuando las mediciones son precisas, las autoridades son éticas y la comunicación es clara.

·       La metrología legal, la calidad y la ética son tres caras de una misma verdad: que medir no es solo un acto técnico, sino un acto moral.


César Díaz Guevara

Consultor en Calidad, Estrategia e Innovación

 

jueves, 6 de noviembre de 2025

Designing to Validate: Review, Verification, and Validation in the Age of Artificial Intelligence

In manufacturing, the processes of review, verification, and validation may appear straightforward. A shoe or a safety helmet, for instance, begins with reviewing the specifications: materials, dimensions, and applicable standards. Next, the product is verified through controlled testing to ensure compliance. Finally, it is validated when used under real conditions, proving that it fulfills its purpose: to protect, support, or provide comfort.

Yet it is precisely in that last step, in real-world validation, where the deepest lessons emerge. A shoe perfectly designed on paper can still prove uncomfortable, or wear out faster than expected. Validation reveals that the initial specifications failed to capture the human experience: movement, temperature, the shape of the foot, or even the cultural habits of use.

Turning ergonomics and comfort into measurable variables is one of design’s greatest challenges. Companies that succeed, balancing technical rigor with human insight, gain a strategic advantage: they can improve because they know how to measure without dehumanizing. You cannot improve what you cannot measure, but measuring without losing what makes us human is an art. The challenge lies in transforming ergonomics, comfort, or perception into verifiable elements without stripping design of its essence. Deviation is inherent to every process; perfection does not exist, and precisely because of that, we can pursue it.

International quality standards such as ISO 9000, ISO 9001, ISO/IEC 25010, and ISO/IEC 29119 define review, verification, and validation as essential components of design and development. But in the era of software and artificial intelligence, these concepts expand and grow more complex.



Verifying that an AI model “works” does not guarantee that it behaves ethically or culturally appropriately in the environment where it will be used. A game or a facial-recognition system can be technically flawless and still culturally inadequate if it was never validated against the diversity of its users.

Validation, in this context, becomes both an ethical and a cultural exercise, one that must ask what real impact the product will have and what values its design represents.

Designing with quality means more than meeting specifications; it means anticipating real use and its effects on people and society. As W. Edwards Deming reminded us, “the customer does not know what can be done.” That is why design must also be an act of education and empathy. Artificial intelligence and software development must acknowledge that culture and society shape what is created. There are no universal solutions: a product or algorithm designed for one culture can have a completely different meaning and impact in another. Applications must therefore be specific to their context, and validated in practice, not merely in simulation.

Intelligent validation means never losing sight of the final impact and the cultural context of everything we design. Validation does not close the design cycle; it restarts it. Each real-world validation is an opportunity to revisit specifications, unlearn assumptions, and redesign. Without unlearning there is no true learning; and without learning, validation becomes a mere conformity check.

To validate intelligently is to measure without losing sensitivity, to adjust without losing purpose, and to recognize that technical success only has meaning when it creates human value. Designing, verifying, and validating are three expressions of a single intention: to build trust. And within that perpetual, imperfect pursuit lies the true essence of quality.


César Díaz Guevara

Quality, Strategy and Innovation Consultant

Diseñar para validar: revisión, verificación y validación en la era de la inteligencia artificial

 

En la fabricación de un producto físico, como un zapato o un casco de seguridad, los procesos de revisión, verificación y validación parecen simples: 

  • Primero se revisan las especificaciones: materiales, medidas y normas aplicables.
  • Luego se verifica que los resultados cumplan con esas especificaciones a través de ensayos controlados. 
  • Finalmente, se valida cuando el producto se usa en condiciones reales y demuestra cumplir su propósito: proteger, sostener o brindar confort. 
Pero es justo en esa validación, en el uso real, donde surgen las verdaderas lecciones. A veces, un zapato perfectamente diseñado según el plano técnico resulta incómodo o se desgasta antes de lo previsto. 

La validación revela que las especificaciones iniciales no capturaron la experiencia humana: el movimiento, la temperatura, la forma del pie, la cultura del uso.

Transformar la ergonomía y el confort en variables medibles es uno de los grandes retos del diseño. Y las empresas que logran hacerlo de manera equilibrada, sin perder el sentido humano, obtienen una ventaja estratégica: pueden mejorar, porque saben medir sin deshumanizar. 

No se puede mejorar lo que no se puede medir, pero medir sin perder lo humano es un arte. El reto es transformar la ergonomía, el confort o la percepción en elementos verificables, sin despojar al diseño de su esencia. La desviación es inherente a todo proceso, y no existe la perfección; precisamente por eso podemos buscarla.

Las normas internacionales de calidad, como la ISO 9000, la ISO 9001, la ISO/IEC 25010 y la ISO/IEC 29119, definen la revisión, verificación y validación como procesos esenciales del diseño y desarrollo. 

Pero en la era del software y la inteligencia artificial, estos conceptos se amplían y se vuelven más complejos. 


Verificar que un modelo de IA “funcione” no garantiza que responda éticamente o culturalmente al entorno donde se aplicará. Un juego o un sistema de reconocimiento facial puede ser técnicamente correcto y, sin embargo, culturalmente inadecuado si no fue validado considerando la diversidad de sus usuarios. 


La validación, en ese contexto, se convierte en un ejercicio ético y cultural: debe preguntarse qué impacto real tendrá el producto y qué valores refleja su diseño.

Diseñar con calidad no es solo cumplir especificaciones, sino prever el uso real y anticipar los efectos en las personas y en la sociedad. Como señalaba Deming, el cliente no sabe lo que se puede hacer, y por eso el diseño debe ser también una forma de educación y de empatía. La inteligencia artificial y el software deben entender que la cultura y la sociedad perfilan lo que se elabora. No existen soluciones universales: un producto o un algoritmo diseñado para una cultura puede tener un impacto completamente diferente en otra. Por eso es necesario crear aplicaciones específicas para cada entorno y validarlas en la práctica, no solo en la simulación.

Validar de forma inteligente es nunca perder la perspectiva del impacto final y la cultura en todos los productos que se diseñen. La validación no cierra el ciclo del diseño: lo reinicia. Cada validación práctica es una oportunidad para revisar las especificaciones, desaprender lo asumido y rediseñar. Sin desaprender, no hay aprendizaje posible; y sin aprendizaje, la validación se convierte en un simple control de conformidad.

La validación inteligente implica medir sin perder sensibilidad, ajustar sin perder propósito y entender que los resultados técnicos solo adquieren sentido cuando generan valor humano. 

Diseñar, verificar y validar son tres actos de una misma intención: construir confianza. Y en esa búsqueda, siempre imperfecta, está la verdadera esencia de la calidad.


César Díaz Guevara

Consultor en Calidad, Estrategia e Innovación

lunes, 27 de octubre de 2025

ISO 37001:2025 – Cambios clave y transición hacia la nueva norma antisoborno

La ISO 37001:2025 ha sido publicada como la actualización de la norma internacional de sistemas de gestión antisoborno, consolidándose como una herramienta esencial para organizaciones que buscan garantizar integridad, transparencia y cumplimiento ético en sus operaciones. Esta nueva edición no solo actualiza conceptos, sino que amplía el enfoque hacia la sostenibilidad, la gobernanza y el alineamiento con los compromisos ESG.

Cambios clave en ISO 37001:2025

Entre los principales ajustes introducidos en esta versión se destacan:

  • Estructura de alto nivel (HLS): alineada con el marco común de las normas ISO de sistemas de gestión, lo que facilita la integración con ISO 9001, ISO 14001, ISO 37301 y otras.

  • Nuevas definiciones y aclaraciones: mayor precisión en el rol antisoborno, términos y alcance del sistema.

  • Gestión de riesgos con perspectiva ESG: se incluyen explícitamente factores relacionados con la sostenibilidad y el cambio climático, reforzando la visión de responsabilidad corporativa y alineando la norma con las exigencias regulatorias y sociales actuales.

  • Conflictos de interés: la norma actualizada aborda de manera directa este tema, exigiendo procedimientos claros para identificarlos, gestionarlos y evitar que comprometan la gobernanza ética.

  • Énfasis en liderazgo y compromiso: se refuerza el papel de la alta dirección y del órgano de gobierno en el diseño, implementación y seguimiento del sistema.

  • Controles financieros y no financieros: se amplía el detalle sobre la debida diligencia, las políticas antisoborno y los compromisos de terceros.

El período de transición

Con la publicación de la nueva edición, se abre un período de transición para las organizaciones que actualmente cuentan con sistemas de gestión certificados bajo ISO 37001:2016. Durante este tiempo, deberán:

  1. Analizar las brechas entre su sistema actual y los requisitos de la versión 2025.

  2. Actualizar políticas, procedimientos y evaluaciones de riesgo, incorporando los nuevos elementos de sostenibilidad y conflictos de interés.

  3. Capacitar a sus equipos en los cambios introducidos, asegurando la comprensión y aplicación práctica.

  4. Coordinar con sus organismos de certificación el cronograma de auditorías de transición, para evitar retrasos o riesgos de perder vigencia en la certificación.

Desde mi experiencia acompañando a organizaciones en la implementación de la norma, el verdadero reto no ha sido técnico, sino lograr el compromiso real de la alta dirección. Integrar la norma en los sistemas de gestión de la organización exige que se reconozca que muchas situaciones que parecen “prácticas habituales de negocio” en realidad constituyen ventajas indebidas y deben analizarse bajo un prisma ético.

Uno de los riesgos más sensibles en este ámbito es la gestión de los conflictos de interés en posiciones claves, que en muchas organizaciones no se abordan de forma abierta. La nueva ISO 37001 pone un énfasis claro en este punto y obliga a las empresas a establecer mecanismos más transparentes y verificables.

Mirando hacia adelante

En este escenario, resulta evidente que la ISO 37001:2025 no debería verse como un sistema aislado, sino como una norma que debe integrarse en los esquemas de gestión integrados de las organizaciones. Aquellas empresas que ya gestionan calidad (ISO 9001), compliance (ISO 37301), medio ambiente (ISO 14001) o energía (ISO 50001) tienen el desafío —y la oportunidad— de incluir la gestión antisoborno como un componente estratégico que refuerza su visión ESG.

Las organizaciones que asuman esta transición con visión proactiva estarán mejor posicionadas para demostrar integridad, prevenir riesgos legales y reputacionales, y generar confianza en mercados cada vez más exigentes.



César Díaz Guevara
Consultor en Calidad, Estrategia e Innovación

miércoles, 22 de octubre de 2025

Building Trust Through Food Safety: ISO 22000, Codex and the Global Agenda

 

Food safety isn’t only about avoiding risks. It is about building trust, resilience, and a reputation for excellence in a world where food is traded, consumed, and relied upon across every border.

ISO has recently brought together the ISO 22000 food safety essentials package, a streamlined way for organizations of all sizes to meet the prerequisites of ISO 22000, the global standard for food safety management. Whether it’s food manufacturing, catering, fisheries, or cross-sector practices, this package provides a solid, scalable recipe for compliance.

What’s inside the essentials package?

  • ISO 22002-1: Prerequisite programs (PRPs) for food manufacturing – covering everything from pest control to equipment hygiene.

  • ISO 22002-2: PRPs for catering – food trucks, cafeterias, and kitchens of all sizes.

  • ISO 22002-100: Cross-sector PRPs – ensuring traceability, food defense, supplier control, and more.

Together, these three standards form a rock-solid foundation for food safety, helping organizations build confidence with regulators, consumers, and international buyers.




Why does it matter globally – and for fisheries?

Food is not just a local matter — it is the backbone of international trade and directly connected to public health. For sectors such as fisheries and seafood exports, food safety standards are particularly critical. These industries depend on consumer confidence in freshness, traceability, and hygiene — any gap in compliance can close international markets overnight.

By adopting ISO 22000 and its supporting PRPs, the fisheries sector can secure greater access to global markets, ensuring that seafood continues to be recognized not only as a valuable food source but also as a sustainable trade commodity.

ISO, Codex and the European Farm to Fork strategy

ISO standards are designed to align and complement the Codex Alimentarius, the global reference for food safety recognized by WHO and FAO. Codex sets the science-based principles, and ISO provides the practical frameworks organizations can use to demonstrate compliance across supply chains.

This alignment is also directly connected to the European “Farm to Fork” Strategy, part of the European Green Deal, which aims to ensure that food systems are fair, healthy, and environmentally friendly. Standards such as ISO 22000 provide the operational tools to make that vision a reality, balancing sustainability and consumer safety.

📌 Learn more about Codex here: Codex Alimentarius
📌 Explore ISO 22000 and related standards: ISO 22000 on iso.org

Food safety on the COP30 agenda

The importance of food safety will also resonate in global discussions such as COP30, where climate change, biodiversity, and food systems are central. A resilient and transparent food safety framework supports sustainability goals, helps protect vulnerable sectors like fisheries from climate-related risks, and enables countries to demonstrate responsible practices in line with climate and trade commitments.

Looking ahead

As supply chains grow more complex, and as the demand for transparency and resilience increases, the role of international standards will only become more critical. By following ISO 22000 and working in harmony with Codex Alimentarius and strategies like Europe’s Farm to Fork, organizations are not just ticking compliance boxes — they are shaping a safer, healthier, and more trustworthy global food system.

Congratulations to ISO and the thousands of experts worldwide who continue to make this possible. Their work is at the heart of protecting consumers and enabling fair, reliable trade in one of the most essential goods of all: food.

martes, 21 de octubre de 2025

Plenaria 2025 del ISO TC 176

 La ciudad de Lima fue escenario, gracias al INACAL, Organismo Nacional de Normalización de Perú, de uno de los encuentros más relevantes del año para la gestión de la calidad: la Plenaria 2025 del ISO/TC 176

Este evento reunió a representantes de casi un centenar de países y organismos internacionales en un espacio donde se debatió el presente y futuro de las normas más influyentes en el mundo, reafirmando que la calidad sigue siendo un eje estratégico de competitividad, confianza y sostenibilidad a nivel global.

Entre los subcomités, el SC2 sobre sistemas de calidad desempeñó un papel central. Este subcomité lidera la revisión de las normas más influyentes del ámbito de la calidad. El grupo de trabajo WG29 continúa el proceso de actualización de la ISO 9001, norma de referencia mundial en sistemas de gestión, cuyo borrador y calendario de revisión determinarán la forma en que las organizaciones certificadas deberán adaptarse en los próximos años. Paralelamente, el WG30 avanza en la revisión de la ISO 9002, que ofrece guías de aplicación de los requisitos de la 9001, y ha asumido también la tarea de actualizar el Manual de PYMEs (ISO SME Handbook), un reconocimiento a la necesidad de dar herramientas prácticas a las pequeñas y medianas empresas.

Estos avances no se quedan en Lima. Cada Comité Espejo nacional deberá dar seguimiento a las revisiones en curso, asegurando que las posiciones de sus países estén representadas en los debates internacionales. Es indispensable analizar los impactos que los cambios normativos traerán en áreas como el liderazgo, la gestión de riesgos, el análisis del contexto organizacional y la estructura de procesos. También es fundamental promover la participación activa de expertos locales para que las necesidades de cada país estén presentes en el diálogo normativo. La responsabilidad de los Comités Espejo va más allá del debate técnico: deben facilitar la difusión de los avances hacia los sectores productivos y de servicios para que las empresas estén preparadas con antelación a la publicación de las futuras versiones de las normas.

La Plenaria de Lima 2025 confirma la vigencia y relevancia de la calidad como factor de competitividad global. El SC2 marca el rumbo con la revisión de la ISO 9000, ISO 9001 e ISO 9002, normas que siguen siendo la base de millones de sistemas de gestión en todo el mundo. El desafío ahora se traslada a los Comités Espejo nacionales, que deben actuar con compromiso y visión estratégica para garantizar que la voz de cada país esté presente en las decisiones y que la próxima generación de normas refleje tanto la experiencia internacional como la realidad de cada contexto local.



lunes, 20 de octubre de 2025

Cerrar el círculo: evaluación de la conformidad, verdad y valores

 

Esta serie comenzó mostrando cómo la verdad objetiva, subjetiva e intersubjetiva se entrelaza en la evaluación de la conformidad (Calidad y Actitud: La verdad y la Evaluación de la Conformidad). Luego vimos un caso concreto: el etiquetado andino (Calidad y Actitud: Las verdades en acción: el Reglamento Andino de Etiquetado (Resolución 2109 de la CAN). Más adelante, advertimos lo que ocurre cuando los valores se debilitan y los reglamentos quedan en el papel (Calidad y Actitud: Cuando los valores se debilitan: el riesgo de una evaluación de la conformidad sin control). 

Hoy toca cerrar el círculo, con una reflexión más personal sobre lo que está en juego.

Cuando la política interfiere en la calidad

En mi experiencia, comprendí con claridad que la infraestructura de la calidad puede ser muy frágil si depende del vaivén político. En Ecuador, llegamos a tener un exceso de regulaciones técnicas que en vez de fortalecer al sistema lo debilitaban: perjudicaban a las organizaciones serias, alentaban el contrabando y facilitaban la entrada de productos sin control. Este es un ejemplo de cómo la verdad intersubjetiva (el consenso normativo) se puede distorsionar cuando se rompe el vínculo con los valores.

El valor de las buenas prácticas regulatorias

En contraste, hubo un momento clave cuando se decidió construir los reglamentos técnicos bajo buenas prácticas regulatorias, aplicando análisis de impacto regulatorio (AIR). Esa decisión dio coherencia al sistema, generó confianza en los socios comerciales y facilitó acceso a mercados internacionales. Pero esa confianza solo se mantiene cuando la coherencia técnica es protegida de presiones políticas. Ahí se cruzan las tres verdades:

  • Lo objetivo, porque los ensayos y análisis sostienen la norma.

  • Lo subjetivo, porque el consumidor percibe seguridad al confiar en que la regulación es seria.

  • Lo intersubjetivo, porque el acuerdo regional o internacional respalda y legitima la regla.

Responsabilidad ética en la cadena

Aquí entra un punto decisivo: la responsabilidad ética de los organismos de evaluación de la conformidad. No se trata solo de cumplir un procedimiento; se trata de ejercer un control real y no permitir prácticas poco éticas en ningún eslabón de la cadena. La ISO/IEC 17050 puede ser una herramienta útil para dar confianza a las autodeclaraciones, pero solo funciona si hay ética y mecanismos eficaces de control posterior.



Un mensaje hacia el futuro

Mirando hacia adelante, creo que el gran reto es concluir de verdad el proceso de mejora regulatoria: asegurar que todos los reglamentos estén bien estructurados, que no se conviertan en trabas innecesarias y que realmente faciliten el comercio justo y seguro. La evaluación de la conformidad debe ser una palanca de integración mundial, no un obstáculo.

La enseñanza es clara: las normas y reglamentos necesitan infraestructura, los mecanismos técnicos requieren articulación internacional, y todo ello solo se sostiene si hay valores éticos firmes. Si cualquiera de estos elementos falta, el sistema se desmorona. Si todos conviven, generan confianza, competitividad y desarrollo sostenible.

César Díaz

viernes, 17 de octubre de 2025

Cuando los valores se debilitan: el riesgo de una evaluación de la conformidad sin control

 

En mi experiencia, he visto cómo muchas etiquetas de productos no reflejan la realidad de lo que declaran. La composición de las prendas, por ejemplo, suele estar mal descrita y, al no existir suficientes laboratorios locales ni decisiones firmes de los entes de control, esto se convierte en una estafa para los consumidores.

Reglamentos y buenas prácticas regulatorias

Un reglamento técnico bien hecho debería estar basado en buenas prácticas regulatorias (BPR) y en normas internacionales. Esto garantiza coherencia, facilita el comercio y reduce la dispersión normativa. Sin embargo, incluso el mejor reglamento en el papel no sirve si falta infraestructura de la calidad para aplicarlo, o si se erosiona el pilar ético que le da legitimidad.

Las tres verdades en este contexto

  • Verdad objetiva: está en los ensayos, inspecciones y certificaciones que confirman lo declarado. Si no existen laboratorios acreditados, ni organismos competentes, no hay cómo comprobar objetivamente lo que se promete.

  • Verdad subjetiva: es la percepción del consumidor. Una etiqueta puede generar confianza o engaño: el cliente cree comprar “100% algodón” o un producto seguro, aunque en realidad no lo sea. Cuando no hay valores ni control, esta subjetividad se manipula fácilmente.

  • Verdad intersubjetiva: surge de los reglamentos y consensos internacionales. La ISO, la CAN, la OMC o acuerdos multilaterales dan un marco común, pero si ese marco no se sostiene con objetividad (ensayos) y ética, se vuelve un ritual vacío.

El rol de la autodeclaración (ISO/IEC 17050)

La ISO/IEC 17050 muestra cómo una autodeclaración puede ser creíble. De hecho, las grandes economías la usan ampliamente, pero siempre bajo dos condiciones:

  • Que el proveedor asuma responsabilidad legal plena por lo declarado.

  • Que existan mecanismos de control posterior eficaces (market surveillance, sanciones, trazabilidad).

Así, la autodeclaración no es un acto ingenuo de confianza, sino un mecanismo reconocido dentro de una infraestructura regulatoria sólida.

Cuando falta ética, todo se desmorona

He visto en la práctica cómo coexisten buenos y malos empresarios. Algunos cumplen con rigor, pero otros falsifican declaraciones de conformidad. En ausencia de vigilancia y sanción, los falsificadores tienen ventaja, el consumidor queda desprotegido y el mercado castiga a quienes hacen bien las cosas. Esto erosiona tanto la confianza subjetiva del consumidor como la intersubjetiva del sistema.

La verdadera articulación

Una evaluación de la conformidad confiable requiere cuatro pilares inseparables:

  • Buenas prácticas regulatorias en el diseño de los reglamentos.

  • Normas internacionales como referencia común.

  • Infraestructura de la calidad (laboratorios, organismos de inspección, certificación acreditada).

  • Ética e integridad como cimiento transversal que da sentido a lo objetivo, lo subjetivo y lo intersubjetivo.



Conclusión

Cuando los valores se debilitan, las normas y reglamentos existen solo en el papel. La verdad objetiva (ensayos), la subjetiva (percepción del consumidor) y la intersubjetiva (consensos normativos) se distorsionan o pierden fuerza.
La ISO/IEC 17050 puede ser un instrumento poderoso, pero solo funciona dentro de un ecosistema regulatorio con buenas prácticas, normas internacionales, infraestructura sólida y valores de transparencia.
De lo contrario, lo que aparenta ser confianza termina siendo ilusión, debilitando tanto a la infraestructura de la calidad como a los empresarios que sí cumplen.

jueves, 16 de octubre de 2025

Las verdades en acción: el Reglamento Andino de Etiquetado (Resolución 2109 de la CAN)

 

En el análisis anterior revisamos cómo la evaluación de la conformidad se apoya en la verdad objetiva, subjetiva e intersubjetiva. Ahora, veamos un caso más cercano: el Reglamento Andino de Etiquetado para prendas de vestir, establecido en la Resolución 2109 de la Comunidad Andina (CAN).

Este esfuerzo conjunto fue clave porque evitó la dispersión de regulaciones nacionales que complicaban el comercio y generaban costos adicionales. Con una sola norma comunitaria, se creó un lenguaje común que otorga previsibilidad a productores, importadores y consumidores. El reglamento obliga a que las prendas incluyan información mínima en su etiqueta (composición de fibras, instrucciones de cuidado, país de origen, talla, entre otros), con el fin de proteger al consumidor y garantizar transparencia en el mercado regional.

Verdad objetiva: lo que se mide

La verificación de lo declarado en la etiqueta requiere ensayos e inspecciones basados en normas internacionales, entre ellas:

  • ISO 1833: análisis cuantitativo de mezclas de fibras textiles.

  • ISO 6330: métodos domésticos de lavado y secado.

  • ISO 105 (serie): ensayos de solidez del color frente a fricción, sudor, luz, etc.

  • ISO 8559 (serie): ergonomía de la ropa y tallaje.

En cuanto a evaluación de la conformidad, intervienen:

  • ISO/IEC 17025: competencia de laboratorios de ensayo.

  • ISO/IEC 17020: competencia de organismos de inspección.

  • ISO/IEC 17065: certificación de producto.

  • ISO/IEC 17011: acreditación de organismos de evaluación.

  • ISO/IEC 17000: marco general y vocabulario común.

Verdad subjetiva: lo que percibe el consumidor

La etiqueta también toca la percepción individual. Un cliente puede confiar en que la prenda es de “100% algodón” porque así lo declara el rotulado, puede asociar calidad al país de origen o sentirse atraído por el diseño gráfico de la marca. Pero esta confianza puede ser ilusoria: la etiqueta es, en esencia, una autodeclaración del proveedor bajo la ISO/IEC 17050, y sin verificación independiente puede inducir a error. La subjetividad se convierte así en un espacio de riesgo para el consumidor.

Verdad intersubjetiva: lo que acordamos

El Reglamento Andino de Etiquetado representa el consenso regional. Los países de la CAN acordaron un lenguaje común y obligatorio que garantiza que lo declarado en Quito sea equivalente a lo declarado en Bogotá o Lima. Es la verdad intersubjetiva, sostenida en un acuerdo compartido. Pero este consenso solo se convierte en confianza real si está respaldado por ensayos, inspecciones y valores de integridad.

Evaluación de la conformidad en el etiquetado

El flujo típico es claro:

  • El proveedor declara en la etiqueta (autodeclaración, ISO/IEC 17050).

  • Los organismos de inspección (ISO/IEC 17020) verifican visualmente que la etiqueta cumpla los requisitos.

  • Los laboratorios (ISO/IEC 17025) confirman que lo declarado corresponde a la realidad.

  • Cuando aplica, se recurre a certificación de producto (ISO/IEC 17065).

  • Todo ello respaldado por organismos acreditados (ISO/IEC 17011), que aseguran imparcialidad y competencia.



Conclusión

El etiquetado es un ejemplo claro de cómo las tres verdades interactúan: lo objetivo son los ensayos, lo subjetivo es la percepción del consumidor y lo intersubjetivo es el consenso normativo de la CAN. Pero si el sistema se reduce únicamente a la autodeclaración, sin mecanismos de evaluación de la conformidad, el consumidor puede ser engañado y la infraestructura de la calidad pierde su razón de ser. El Reglamento Andino de Etiquetado nos recuerda que la etiqueta es una puerta de entrada a la confianza, siempre que se respalde con ensayos, inspecciones, acreditación y valores de integridad en quien declara.

miércoles, 15 de octubre de 2025

La verdad y la Evaluación de la Conformidad

 

Tres dimensiones de la verdad

La búsqueda de la verdad no es una cuestión meramente filosófica; también tiene consecuencias prácticas en los sistemas que construimos para generar confianza.
Podemos reconocer tres dimensiones distintas:

  • Verdad objetiva: aquella que puede ser demostrada y verificada por cualquiera. No depende de opiniones ni percepciones. Un resultado de laboratorio, bajo condiciones controladas, refleja esta dimensión.

  • Verdad subjetiva: nace de la percepción y la experiencia personal. Está presente en cómo interpretamos los hechos, en nuestras intuiciones, en la valoración que cada auditor hace de un hallazgo.

  • Verdad intersubjetiva: no se sostiene por sí sola, sino porque un colectivo la respalda. El dinero, las leyes o las normas internacionales son realidades intersubjetivas: funcionan porque existe acuerdo social para reconocerlas.

El puente hacia la Evaluación de la Conformidad

La evaluación de la conformidad es el mecanismo que articula estas tres verdades.

  • Se apoya en hechos objetivos, como mediciones y ensayos con métodos estandarizados.

  • Acepta la presencia de un componente subjetivo, porque la interpretación humana nunca desaparece del todo: un auditor debe valorar, un comité técnico debe deliberar.

  • Y, sobre todo, descansa en una verdad intersubjetiva: las normas, reglamentos y acuerdos internacionales que permiten que los resultados tengan validez más allá de las fronteras.

La fuerza de la infraestructura de la calidad proviene justamente de esa combinación: objetividad técnica, interpretación responsable e intersubjetividad consensuada.

Confianza como resultado

Cuando los tres planos se alinean, surge la confianza. Un consumidor confía en que un producto es seguro; un mercado internacional abre sus puertas; un país logra integrar a sus productores en cadenas globales de valor.
Sin esa articulación, la evaluación de la conformidad pierde su sentido y se convierte en un trámite vacío.

Visualización

El siguiente diagrama sintetiza esta relación. En el centro, donde confluyen los tres tipos de verdad, se encuentra la Evaluación de la Conformidad, motor de confianza y desarrollo sostenible:



Comprender que la evaluación de la conformidad depende de la interacción entre lo objetivo, lo subjetivo y lo intersubjetivo es el primer paso. Pero esta construcción no se sostiene sola: requiere estar anclada en valores.

¿Qué ocurre cuando los valores se debilitan, cuando los reglamentos existen en el papel pero no hay mecanismos confiables para verificar el cumplimiento? Ese será el tema del siguiente artículo.


César Díaz

martes, 14 de octubre de 2025

Día mundial de la Normalización, 14 de octubre

 Cada 14 de octubre el mundo celebra el Día Mundial de la Normalización, una fecha que recuerda el año 1946, cuando más de 25 países se reunieron en Londres para crear una organización que aportara coherencia y confianza a un mundo fragmentado por la posguerra. De esa visión nació la Organización Internacional de Normalización (ISO), que hoy se ha convertido en una red global con más de 170 miembros nacionales.



Como alguien que ha tenido el honor de liderar el Organismo Nacional de Normalización de Ecuador (ONN), he visto de primera mano cómo las normas impulsan el progreso, abren mercados y fortalecen instituciones, pero también he sido testigo del lado oscuro, cuando el mal uso o la manipulación de la infraestructura de la calidad pone en riesgo no solo el comercio internacional, sino también el desarrollo a largo plazo de un país.

Una norma es un documento basado en consenso que establece requisitos, procesos o criterios comunes. Aunque pueda parecer simple en el papel, moldea casi todo lo que nos rodea: desde la rosca de un tornillo, hasta la calidad del aire que respiramos o la confiabilidad de los sistemas digitales. Las normas son una infraestructura invisible que genera confianza, facilita el comercio internacional y, cuando se alinean con las políticas públicas y las regulaciones, se convierten en una palanca para proteger a los ciudadanos, fomentar la innovación y asegurar la competencia justa.

En el corazón de ISO y de cada ONN están los Comités Técnicos, donde expertos de múltiples países y disciplinas debaten, negocian y alcanzan consensos. Este proceso no existiría sin los miles de voluntarios en todo el mundo que entregan su tiempo, conocimiento y experiencia. Su labor no es solo técnica; es un aporte de visión y servicio a la comunidad global.



En este día también debemos reconocer a los elders de la normalización, profesionales que han dedicado décadas a construir la infraestructura de la calidad. Su rol hoy no es únicamente transmitir experiencia, sino también comprometer e inspirar a las nuevas generaciones, porque sin nuevas voces y perspectivas los comités envejecen y pierden relevancia. La diversidad generacional no es opcional; es esencial para que las normas se mantengan dinámicas, inclusivas y orientadas al futuro.

Por mi experiencia puedo afirmar que el progreso de una nación está estrechamente ligado al liderazgo de su Organismo Nacional de Normalización. Cuando un país confía esta tarea a profesionales capaces, visionarios y éticos, logra acceso a mercados globales, fortalece sus industrias y atrae inversión. La decisión de quién dirige un ONN no es simplemente técnica; es estratégica, con consecuencias para la prosperidad futura del país.

El Día Mundial de la Normalización no es solo un reconocimiento a acuerdos técnicos; es un recordatorio de que las normas construyen puentes entre naciones, sectores y generaciones. Debemos honrar a quienes nos precedieron, apoyar a quienes trabajan hoy y abrir espacio a quienes continuarán la labor, sin olvidar que el mal uso de las normas puede erosionar la confianza y socavar el progreso. Solo con integridad y visión podremos alcanzar un mundo verdaderamente más fácil, seguro y mejor.


César Díaz