Tres dimensiones de la verdad
La búsqueda de la verdad no es una cuestión meramente filosófica; también tiene consecuencias prácticas en los sistemas que construimos para generar confianza.
Podemos reconocer tres dimensiones distintas:
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Verdad objetiva: aquella que puede ser demostrada y verificada por cualquiera. No depende de opiniones ni percepciones. Un resultado de laboratorio, bajo condiciones controladas, refleja esta dimensión.
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Verdad subjetiva: nace de la percepción y la experiencia personal. Está presente en cómo interpretamos los hechos, en nuestras intuiciones, en la valoración que cada auditor hace de un hallazgo.
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Verdad intersubjetiva: no se sostiene por sí sola, sino porque un colectivo la respalda. El dinero, las leyes o las normas internacionales son realidades intersubjetivas: funcionan porque existe acuerdo social para reconocerlas.
El puente hacia la Evaluación de la Conformidad
La evaluación de la conformidad es el mecanismo que articula estas tres verdades.
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Se apoya en hechos objetivos, como mediciones y ensayos con métodos estandarizados.
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Acepta la presencia de un componente subjetivo, porque la interpretación humana nunca desaparece del todo: un auditor debe valorar, un comité técnico debe deliberar.
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Y, sobre todo, descansa en una verdad intersubjetiva: las normas, reglamentos y acuerdos internacionales que permiten que los resultados tengan validez más allá de las fronteras.
La fuerza de la infraestructura de la calidad proviene justamente de esa combinación: objetividad técnica, interpretación responsable e intersubjetividad consensuada.
Confianza como resultado
Cuando los tres planos se alinean, surge la confianza. Un consumidor confía en que un producto es seguro; un mercado internacional abre sus puertas; un país logra integrar a sus productores en cadenas globales de valor.
Sin esa articulación, la evaluación de la conformidad pierde su sentido y se convierte en un trámite vacío.
Visualización
El siguiente diagrama sintetiza esta relación. En el centro, donde confluyen los tres tipos de verdad, se encuentra la Evaluación de la Conformidad, motor de confianza y desarrollo sostenible:
Comprender que la evaluación de la conformidad depende de la interacción entre lo objetivo, lo subjetivo y lo intersubjetivo es el primer paso. Pero esta construcción no se sostiene sola: requiere estar anclada en valores.
¿Qué ocurre cuando los valores se debilitan, cuando los reglamentos existen en el papel pero no hay mecanismos confiables para verificar el cumplimiento? Ese será el tema del siguiente artículo.
César Díaz
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